No dicen que tal vez tengas que comenzar la lactancia con el dolor de una cesárea o de una episotomia que a veces no te va a permitir ni siquiera poder sentarte.

No dicen que la bajada de la leche puede ser una cachetada, pues durante esos días sentirás los pechos a punto de explotar y a veces ni con la succión de tú bebé alcanzará para aliviarlos.

No dicen que a pesar de que te informaste durante el embarazo, puede que igual te lastimes, porque es todo nuevo, hay mucho por aprender, porque una cosa es la teoría y otra la vida.

Porque tenés que engancharle el ritmo, enlazar tu cuerpo con el de tu bebé y que empiece a fluir. Pero eso no se da de la noche a la mañana, puede que lleve sus días, puede que haya algo funcional que sortear, o no, pero igual cueste.

No dicen que tal vez te topes con profesionales desactualizados que indiquen complemento cuando solo necesitabas tiempo para ver de qué va todo este mundo nuevo que empezaste a recorrer y dónde pones el cuerpo de una manera que hasta ese momento no podías dimensionar.

No dicen que el entorno puede hacer mella en tu confianza con comentarios que no pediste pero que parece, no pueden callarse.

No dicen de lo importante de la tribu, de las redes de pares para no sentir que estás enloqueciendo y que lo que te pasa, no te pasa solo a vos ¡Y vaya que alivio!

No dicen que dar la teta puede ser realmente agotador y que una mujer sola no puede, que se necesita sostén y acompañamiento.

Tantas cosas no dicen, tantas cosas van saliendo como salen y en lo genuino del día a día irás construyendo tu propio camino, aquel que te pertenece solo a vos, que no está en ningún manual, que nunca deberías dejar de escuchar y que por eso es ÚNICO.
Vale
#puericultora
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